sábado, 18 de febrero de 2012

Contra la represión policial, con la que nos quieren paralizar

Testimonio de uno de los 6 detenidos en Valencia:

Niñ@ abrígate bien y ponte la bufanda, no vayas a coger... una porra en los pulmones.

¿Vale la pena salir a la calle para rechazar la violencia policial, gratuita, salvaje y desproporcionada contra unos jóvenes estudiantes que se manifestaban contra los recortes que les han privado de calefacción e iluminación?.


¿Vale la pena solidarizarse con quiénes son el futuro de nuestro País y se ven apalead@s por denunciar el despilfarro en detrimento de una educación pública y de calidad?.

Claro que vale la pena, siempre vale la pena. Pelear por un futuro mejor, más digno y equilibrado… siempre vale la pena.

Cuando participas en una manifestación y aparecen los mal llamados anti-disturbios, sabes que no estás libre de una agresión, detención o represalia, pero no por eso dejas de manifestarte. Es nuestro derecho.

Y ayer me tocó a mí, y me tocaron y me hicieron daño y me maltrataron y me arrastraron por el suelo, y me quisieron levantar de las orejas, y me retorcieron fría y tranquilamente los dedos, las manos y los brazos hasta que grité de dolor, y siguieron retorciéndome, y me amenazaron y me quisieron intimidar.

Y me estamparon contra el suelo y me retorcieron aún más. No ofrecía ninguna resistencia. En ningún momento les insulté y sólo levanté la voz para que el dolor físico que me causaban pudiera salir. Querían identificarme dijeron, y tranquilamente les contesté que mi documentación se encontraba en el bolsillo de mi chaleco. Estaba inmovilizado –no se por cuantos- pero era libre de pensar y de intentar ser coherente. Me dijeron que les tenía que acompañar y que si no “colaboraba” me harían mucho daño. Estaba inmóvil, como un saco de arena. Les respondí que ahí me tenían. Con rabia _yo creo que se sentían impotentes- el superior que más me intimidaba me dio la oportunidad de ser buen chico por última vez y que sino, me iban a esposar, detener y pasaría la noche en el calabozo. En ese instante pensé en mi trabajo que nadie podría hacer por mí y en todas las complicaciones que podrían surgir y les dije... que me hicieran lo que quisieran.

Y lo hicieron. Me clavaron las esposas de tanto apretar en mis muñecas y casi me dislocan los hombros al llevarme suspendido de mis brazos esposados a la espalda, aguantando mis ochenta kilos de dignidad. Cuando gritaba de dolor uno dijo “nos ha tocado un blandito”.

Hoy cuando escribo esto, me duele los hombros y la barbilla.

Valió la pena pasar por ahí?

No es esa la cuestión, a nadie le gusta que le maltraten. Pero si preguntáis si valió la pena protestar contra el apaleamiento de los jóvenes estudiantes del Luis Vives, os responderé que sí, valió la pena. Si me preguntáis si valió la pena cortar pacíficamente el tráfico para pedir más educación, menos recortes y menos corrupción, os volveré a contestar que sí, que valió la pena. Si me preguntáis si valió la pena ejercer el derecho a expresarse libremente y reunirse con iguales en la vía pública, cuando es la única manera de que nos oigan, os volveré a decir que sí, cien y mil veces, claro que valió la pena. Y si me preguntáis si vale la pena tener dignidad en un País gobernado, manipulado y aborregado por delincuentes, os responderé una cosa: sólo la suma de los esfuerzos individuales, puede hacer que su crisis no la paguemos nosotr@s. Sólo la suma de dignidades puede hacer cambiar las cosas, pero tenemos que creernos que podemos hacerlo.


Actuemos por nosotr@s mism@s, por un día mejor. Que no nos cambien, que no nos quiten las ganas de querer un País mejor del que nos podamos sentir orgullos@s como en aquel Abril.

Ayer conseguimos que todo el Estado supiera lo que había ocurrido, lo que estaba ocurriendo. Tener por seguro que mucha gente irá a las manifestaciones de mañana domingo, por pura indignación, al comprobar que su única solución a los recortes, es la represión para intentar hacernos callar.

Y si la alternativa es conformarse, enfermar de miedo a perder el trabajo, bajar la cabeza y mirar para otro lado y pensar que así todo pasará… entonces, no contéis conmigo. Mi dignidad no cabe en algo tan estrecho. Y además, mis hijos, mi familia, mis compañeros y compañeras, mis amig@s desconocid@s y la gente con la que me cruzo a diario, sé que se merecen algo mejor y no quiero cargar con la responsabilidad de haber estado ciego, sordo y mudo cuando querían quitárnoslo todo.

Nos vemos en las calles.

E.

“Yugos os quieren poner
gentes de la hierba mala,
yugos que habéis de dejar
rotos sobre sus espaldas.”

Vientos del Pueblo/ Miguel Hernandez

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