14 de septiembre de 2009.
Me levanto para ir a trabajar, como
hago desde hace 6 años. Antes me levantaba más temprano, porque
tenía casi una hora y media hasta La Unión, pero mi situación va
mejorando en ese aspecto. Ya tengo el trabajo cerca de casa, solo a
15 minutos. Después de 4 años de sustituciones, de miles de
kilómetros y cuatro oposiciones, que al menos mi centro de trabajo
estuviera cada vez más cerca de casa, era lógico, o al menos eso
era lo que todo interino pensaba.
14 de septiembre de 2012
Me levanto temprano, pero esta vez es
para ir a desayunar un chocolate. Es mi cumpleaños, y desde hace 7
años no lo pasaba con mi madre. Pero hoy, sin trabajo, el mejor de
mis regalos será estar con ella.
Durante 7 años he dedicado todo mi
tiempo a hacer bien mi trabajo, a prepararme con los interminables
cursos de formación al profesorado, todo un negocio para sindicatos,
por cierto, a preparar oposiciones cuando llegaba un viernes por la
tarde y durante todo el mes de julio. No había tiempo para mucho
más, era mi obligación hasta obtener la plaza.
Cuando todo aquello por lo que habías
luchado y te habías esforzado hasta quedar exhausta no ha tenido el
reconocimiento que esperabas, parece que solo puedes derrumbarte.
Un Decreto Ley de medidas ante "una
situación extraordinaria y de urgente necesidad" nos deja a los
interinos sin trabajo, y no hay más que protestar, la Constitución
avala esta medida.
La racionalización del gasto público
en las autonomías y el país, deja a los profesores interinos en el
paro, entre otros. Al parecer, se dedica demasiado porcentaje del
gasto público a sanidad y educación. Si esto es cierto, y nuestro
despido permite reducir el déficit de las autonomías, habrá un
sentido para los despidos de más de 2.500 profesores en la Comunidad
Valenciana. Pero aunque se lograra, siempre me quedará la
incertidumbre de saber si no había otra opción, si solo en el
recorte de servicios básicos estaba la solución. Y para cuando el
acceso a la sanidad y a la educación se vea deteriorado y
restringido ya habremos asumido estas medidas como necesarias e
imprescindibles.
¿Cómo nos sentimos los interinos? En
general frustrados y algunos resignados, pero todos estamos atrapados
en una decisión sin retorno, maquillada de mentiras y desprestigio.
Ahora nos quedan dos opciones, seguir en la lucha contra las medidas
adoptadas para recuperar los derechos o reconstruirnos para volver a
empezar otro camino. Ambas decisiones requieren de esfuerzo y coraje,
que cada uno elija su camino. En cualquiera de ellos puede existir la
posibilidad de encontrar una mano amiga para emprender una idea, un
proyecto o una ilusión que devuelva el sentido a nuestra labor
docente.
En cualquier caso, los docentes somos
las piezas rotas del momento más crítico y trascendental para la
escuela pública. Ninguno podrá reconstruirse después de esta
situación y quedar intacto, veremos el resultado que pagaremos todos
a corto plazo.
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